Los salmos son poemas. Normalmente se cantaban con acompañamiento de instrumentos. Algunos salmos se utilizaban en ocasiones especiales, por ejemplo, durante las peregrinaciones a Jerusalén (conocidos como “salmos ramagem”). Cuando hablamos del libro de los Salmos, inmediatamente nos viene a la mente el rey David, pues fue el autor de la mayoría de ellos y de los que se hicieron más famosos, como el número 23. Pero hay otros autores de salmos, como Moisés, Salomón y los hijos de Coré y Asaf.
Estos poemas tratan temas importantes como la alabanza a Dios, las dudas sobre la fe, el sufrimiento, la esperanza en las promesas de Dios, sentimientos muy humanos, que pueden estar presentes en la vida de cualquier persona. Precisamente por eso, en general, mucha gente se identifica con este libro.
El rey David es el autor que aparece con mayor número de salmos atribuidos, al menos 73 salmos. Algunos eruditos ya han tratado de cuestionar la autoría de David de los salmos, alegando, principalmente, que el David mencionado en los títulos de los salmos no es el mismo que reinó en Israel. Sin embargo, no hay base para esta teoría, más allá de que la propia Biblia es clara al afirmar que el rey David fue músico y poeta (I Samuel 16:14-23; II Samuel 1:17-27; 22; 23: 1; 1 Crónicas 6:31; La tradición que vincula a David con la música es tan fuerte que incluso el profeta Amós, 300 años después, habla de David como un inventor de instrumentos musicales (Amós 6:5).
De los más de 70 Salmos escritos por él, al menos 13 de los Salmos de David tratan sobre hechos relacionados con acontecimientos de su vida. A través de los escritos que se encuentran en estos salmos, podemos tener un bosquejo del conocimiento pleno de su relación con Dios, como se describe a continuación: